En el corazón de Nueva Aurora, en Viña del Mar, vive Soledad Silva, una mujer mayor que enfrenta no solo un juicio civil, sino una dura realidad que comparten muchos adultos mayores en Chile: la falta de protección legal y la dependencia forzada de otros para asegurar un techo.
Todo comenzó en los años 90, cuando Soledad logró adquirir gran parte de la propiedad en la que aún vive. Sin embargo, le faltaba financiar el 25% restante para convertirse en dueña total. Como no calificaba para un crédito bancario —por su edad y la falta de ingresos formales—, confió en su entonces yerno, Juan Pedro González Conejera, para que pidiera el préstamo a su nombre.
La idea era simple: asegurar su casa. A cambio, el yerno y su hija se mudaron con ella. Pero con el paso del tiempo, la convivencia se volvió insostenible. Lo que partió como una ayuda familiar terminó con agresiones, amenazas y una denuncia ante el Tribunal de Familia. Soledad fue víctima de violencia, primero como testigo de la relación entre su hija y su yerno, y luego directamente.
Hoy, Soledad lucha por mantener su casa, en medio de un juicio que pone en duda su derecho a seguir viviendo allí, pese a haber pagado la mayor parte de la propiedad. El caso, que fue dado a conocer por Alerta Noticias Valparaíso, es un ejemplo doloroso de cómo el sistema aún falla a la hora de proteger a los adultos mayores, especialmente cuando dependen legalmente de terceros para resolver temas tan esenciales como la vivienda.
Su historia no es única. Es la historia de muchas personas mayores en Chile, que siguen enfrentando vacíos legales y desprotección, incluso después de toda una vida de esfuerzo.