Una iniciativa surgida en Filipinas, conocida como “Recuperación y Resiliencia por Desamor”, ha abierto el debate sobre la necesidad de contemplar el bienestar emocional en el entorno laboral. El objetivo de esta propuesta es otorgar una pausa a quienes atraviesan rupturas afectivas, permitiéndoles procesar el duelo de manera acompañada y sin poner en riesgo su estabilidad laboral.
La idea no es aislada. En países como India o Filipinas, algunas empresas han comenzado a implementar días de licencia con goce de sueldo específicamente destinados a enfrentar el impacto emocional tras una separación amorosa.
En Argentina, por el momento, no existe una licencia legal que contemple este tipo de situaciones. Sin embargo, desde la pandemia ha aumentado el interés por integrar el cuidado de la salud mental en los espacios de trabajo, lo que ha llevado a muchas organizaciones a flexibilizar sus políticas internas y promover el bienestar emocional de sus trabajadores.
El planteamiento de una “licencia por corazón roto” ha generado distintas reacciones. Por un lado, quienes la apoyan argumentan que las emociones influyen directamente en el rendimiento laboral y que validar el dolor emocional es una forma de humanizar el entorno profesional. Por otro, hay quienes consideran que este tipo de licencias podrían ser difíciles de regular o aplicar de manera equitativa.
Lo cierto es que la discusión refleja un cambio cultural más amplio: la necesidad de reconocer que el bienestar de las personas no se limita a lo físico, y que las emociones también tienen un lugar importante en la agenda laboral.